Estamos acostumbrados a repetir como loros todo lo que escuchamos. Hace unos meses lanzamos una preventa, una estrategia que usamos siempre para producir solo lo que realmente se necesita. Sin embargo, una persona que no leyó los términos comenzó a insultarnos en redes sociales. Luego, con cada nueva preventa, los mismos comentarios negativos se multiplicaban, saturando nuestros canales de comunicación: redes, correos y más.
Esto no solo afectó nuestro trabajo, sino que también generó más retrasos. Era una bola de nieve imposible de detener. A eso se sumaron otros problemas: demoras en la entrega de materia prima, un error en la gestión de compras, la temporada alta, la dificultad para encontrar personal para la bodega y, para completar, contratamos a alguien para servicio al cliente que no brindó la atención adecuada. Como dice el dicho: "Al caído, caerle". Encima de todo, un pedido de materia prima se retrasó dos meses.
Intentamos solucionar cada obstáculo de todas las maneras posibles, pero el panorama era complicado. Todo el mundo tenía una opinión o una solución, sin conocer realmente la historia completa. Y aquí es donde surge una reflexión: estamos tan acostumbrados a ver lo negativo, que lo único que repetimos es lo malo.
Esto me recuerda a lo que sucede con una aerolínea muy conocida: no importa lo que haga, los comentarios negativos siempre dominan la conversación. Pero, ¿realmente es tan mala o solo estamos viendo una parte de la historia?
Y algo similar ocurre con plataformas como Temu. A veces tardan de dos a tres meses en entregar un pedido, pero parece que las pequeñas empresas no tienen derecho a los mismos tiempos de espera. No vemos a nadie insultando a estas grandes plataformas por sus demoras.
Por eso, hoy queremos agradecer a quienes, a pesar de los retrasos, nos escribieron con respeto y comprensión. A quienes no asumieron lo peor ni contribuyeron a hacer la bola de nieve más grande. Su paciencia y apoyo significan el mundo para nosotros.
